El contacto piel con piel entre madre e hijo se realiza colocando al bebé sobre el pecho desnudo de la madre, mientras se cubre únicamente la espalda del recién nacido con una manta o ropa de abrigo. Esta práctica trae múltiples beneficios para ambos y en este artículo te hablamos de los 4 más relevantes.
TRANQUILIZA Y RELAJA: De acuerdo con expertos, tras nacer el bebé y colocarlo en contacto con el pecho de su madre se logra calmar y estabilizar los latidos del corazón del pequeño más rápidamente, en comparación con aquellos que no lo hacen. Además, este contacto refuerza el vínculo afectivo, favoreciendo el bienestar físico y mental del bebé.
FAVORECE LA LACTANCIA: Los especialistas aconsejan que el niño sea puesto en contacto con la piel de su madre inmediatamente después del parto, durante al menos una hora, esto ayuda a que la madre comience a reconocer los signos sutiles que le pueden indicar que el bebé está preparado para ser amamantado. El contacto piel con piel promueve la producción de leche materna, por lo que el bebé se favorece de los beneficios de ésta.
MEJORA EL DESARROLLO: El contacto piel con piel, si bien es imprescindible en las dos horas tras el parto, debe ser un acto constante que se siga realizando dentro de los primeros meses de vida, ya que permite un mejor desarrollo a nivel emocional y personal. Además, reduce el llanto, favorece la ganancia de peso en los recién nacidos prematuros, fortalece el sistema inmunológico y neurológico del bebé.
AYUDA A LA DIGESTIÓN: Esta técnica permite que el bebé esté en posición vertical ayudándole a regular su respiración, disminuyendo el número de pausas respiratorias. Especialistas afirman que este tipo de contacto favorece el tránsito digestivo, lo cual disminuyen los episodios de reflujo gastroesofágico (vómitos) lo que se traduce en una mejor digestión. Finalmente, el contacto proporciona calor corporal al bebé, haciéndole sentirse seguro y protegido, además de aislarlo de las temperaturas bajas durante el invierno.