Según un estudio realizado por investigadores de la Uniformed Services University of the Health Sciences (Maryland, EEUU), los bebés a los que se les administra antibióticos o antiácidos durante los primeros 6 meses de vida tienen un mayor riesgo de tener alergias durante la infancia. Este estudio ha sido publicado en JAMA Pediatrics el 2 de abril de 2018. Prestigiosos medios de comunicación como el New York Times se han hecho eco de las investigaciones.
El estudio se realizó sobre 792.130 bebés nacidos entre el 1 de octubre de 2001 y el 30 de septiembre de 2013. El análisis de los datos se realizó desde el 15 de abril de 2015 hasta el 4 de enero de 2018. De estos 792.130 bebés, 131.708 recibieron antibióticos, 60.209 recibieron bloqueadores del receptor de histamina-2 y 13.687 recibieron inhibidores de bomba de protones.
El estudio siguió a los niños durante un promedio de cuatro años y medio. Tras en análisis de los datos se descubrió que aquellos bebés que recibieron antibióticos y antiácidos tenían más del doble de posibilidades de tener alergía a los alimentos que los que no fueron tratados. El riesgo se incrementó especialmente en la alergia a la leche de vaca.
Los que recibieron antibióticos tenían un 14% más de riesgo de alergia a los alimentos, un 51% más de riesgo de anafilaxia (una reacción alérgica potencialmente mortal) y más del doble del riesgo de asma.
Los antiácidos y antibióticos sólo para situaciones de «claro beneficio clínico»
Según las declaraciones que recoge el New York Times de los autores del estudio, los antibióticos y los antiácidos interrumpen las bacterias intestinales normales, lo que podría explicar los resultados del estudio. El Doctor Cade M. Nylund, uno de los autores del estudio, ha recomendado «no recetar estos medicamentos para cosas que son muy comunes en los bebés». «Debemos evitar la prescripción excesiva de antibióticos para infecciones respiratorias y otras enfermedades virales».
Las conclusiones del estudio son claras. Los antiácidos y los antibióticos deben usarse durante la infancia solo en situaciones de claro beneficio clínico.
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